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ESCULTOR

El misterio de Nuestra Señora de Las Angustias, es obra del escultor conquense, D. Luís Marco Pérez. Otras obras de dicho escultor destinadas a enriquecer la Semana Santa ciudadrealeña, son las imágenes de la Oración en el Huerto, Jesús Caído, Cristo del Perdón y de las Aguas, Santo Descendimiento y Ntra. Sra. de La Soledad.



                                                 
D. Luís Marco Pérez, hijo de Francisco Marco y María Pérez, nace el 19 de agosto de 1896 en Fuentelespino de Moya, Cuenca. La vocación artística nace espontáneamente desde sus primeros años, llenando de dibujos sus libros de escuela y realizando imágenes con barro. Siendo su padre carpintero tuvo la posibilidad de crear en su niñez pasos de madera que regalaba a sus amigos del pueblo.
 
Con 12 años su familia se marcha a Valencia, hecho decisivo para la formación profesional de Marco, situándose de aprendiz del imaginero Modesto Civilis, que le enseña a tratar la madera. Hace cursos en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos y entra en el taller de Sanchiz, especializado en medallas.
 
En 1919 se traslada a Madrid donde pasa al taller del escultor José Ortells. Durante su estancia en Madrid, asiste a las clases de la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando y visita museos madrileños, realiza entonces Musa Gitana, Ofrenda y otras piezas. Durante su vida de estudiante se marcha a Cuenca, produciéndose un reencuentro con su tierra. En 1921 realiza obras tan significativas como La Princesilla de la Hinojosa o la Cabeza –retrato de María del Carmen Antelo-.
 
En 1922 recibe un tercer premio y la Diputación de Cuenca le concede unos estudios en Italia. En Roma, analiza obras maestras como el Laoconte, y en Florencia, aprende de Miguel Ángel y Donatello. Marco recorre otras muchas ciudades y regresa a España, instalándose en Valencia donde forja Idilio Ibérico y Teólogo de Uclés, siendo galardonado por Idilio Ibérico. En la exposición de 1926 con El Hombre de la Sierra, gana su primer premio. Gana el concurso para Monumento a los soldados de la provincia, fallecidos en África y es nombrado hijo predilecto de Cuenca.
 
En 1927 se incorpora como profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Cuenca, casándose con María Sevillano López en Valencia. El 18 de mayo de 1928, el Ayuntamiento de Cuenca acordó el nombramiento de Marco como escultor municipal. Como “artista oficial” quedó comprometido a tallar anualmente y con destino a la Semana Santa de Cuenca un paso procesional de hasta seis imágenes. En 1930 consigue la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid, iniciando en estos años sus obras para la Semana Santa conquense, con pasos tan míticos como la Santa Cena, El Descendimiento o la Virgen de las Angustias.
 
Tomó posesión de la plaza de Profesor de Término de Modelado y Vaciado y Composición Decorativa (escultura) de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Valladolid el 19 de mayo de 1933, cesando en su empleo en la Escuela de Artes y Oficios de Cuenca y como escultor municipal. En 1934 obtiene la beca “Conde de Cartagena” convocada por la madrileña Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, con la que podría ampliar estudios en el extranjero, por lo que viaja por los países centroeuropeos y Grecia, para llegar a Egipto. Este mismo año, la Academia de Bellas Artes de Valladolid le nombró miembro electo por la sección de escultura.
 
Durante la Guerra Civil Española vive en Valencia. El 28 de abril de 1939, vuelve a su trabajo en Valladolid y se incorpora a la escuela. El 10 de enero de 1940 obtuvo el primer premio del concurso convocado por el Ayuntamiento para la realización del panteón del general Martínez Anido en el Cementerio Municipal de Valladolid.
 
Marco se afincó definitivamente en Madrid el 14 de noviembre de 1940 para desempeñar la plaza de Profesor de Término de Modelado y Vaciado en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, donde instaló taller propio en la céntrica calle Serrano nº 90, tallando entre 1940 y 1955 numerosos trabajos de carácter religioso y particularmente imaginería procesional, principalmente para reemplazar los grupos destruidos en la Guerra Civil, siendo Castilla-La Mancha destino prioritario de las mismas: Cuenca y Ciudad Real fueron capitales que reclamaron su continua participación. En su taller contó con excelentes colaboradores, como los escultores Joaquín y Fernando Cruz Solís y Francisco Pinto Berraquero, entre otros.
 
Nombrado Catedrático Numerario de Talla Escultórica de la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid el 7 de julio de 1956, alternó sus tareas docentes con su labor escultórica, que tuvo varias orientaciones temáticas que empezarían a reducirse de manera progresiva como consecuencia de la edad y en particular de la artritis crónica que empezaría a padecer desde 1968 aproximadamente.
 
El 5 de abril de 1966 fue nombrado Académico correspondiente en Madrid de la Real de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, jubilándose administrativamente el 19 de agosto del año anteriormente reseñado a la edad de 70 años. Marco dedicó a partir de entonces todo su tiempo a supervisar las creaciones artísticas que se llevaban a cabo en su estudio y también a la atención de su esposa, cuya salud era bastante delicada, falleciendo ésta el 30 de abril de 1975 a los setenta y tres años de edad.
 
Elegido Académico de Honor de la Real de Bellas Artes de San Carlos de Valencia el 6 de abril de 1982, falleció el 17 de enero de 1983, a los 86 años de edad, a consecuencia de un colapso, siendo enterrado en Madrid y concediéndosele días después por el Ministerio de Cultura la medalla al mérito de las Bellas Artes en su categoría de plata a título póstumo.
 
Durante su vida trabajó por igual la madera, el mármol, la piedra y el bronce, destacando en el labrado y tallado de madera, siendo de reseñar su participación en monumentos.
 
Dos años después de su muerte, el 23 de febrero de 1985, y a instancias de la Ilustre y Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Salvador, los restos del artista fueron trasladados desde Madrid a Cuenca para recibir el homenaje de sus paisanos y descansar en el cementerio de San Isidro de Arriba sobre la Hoz del Júcar.

 
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